La Tola es uno de los barrios más tradicionales del Centro Histórico de Quito. Son muchas las razones por las cuales sus habitantes demuestran su “orgullo toleño”: personajes famosos, boxeadores, artistas, músicos y demás reconocidos agentes culturales o del deporte han nacido, vivido o sido parte de ese barrio, desde el cual salió así mismo el auto apelativo de ser “la capital de Quito”. Se lo conoce también como un barrio luchador, un barrio de oficios que lamentablemente se han ido perdiendo, un barrio de muchas e intensas historias, de tradiciones y leyendas. Todo este contexto específico, realidades históricas, memorias colectivas y narrativas situadas fue de lo que más nos interesó desde el Taller de Arte Público de la Carrera de Artes Plásticas de la Universidad Central del Ecuador. En base a esas particularidades decidimos proponer y trabajar un proyecto que más que beneficiarnos a nosotros como autores, su intensión y compromiso fuera beneficiar incluso de manera práctica y aplicada al mismo barrio, pudiendo de esta manera trascender nuestra presencia temporal y circunstancial en el mismo dentro del XIX Encuentro de Arte y Comunidad al zur-ich.
La pérdida de la memoria cultural se ha vuelto un tema muy relevante para la sociedad actual dado que, se evidencia la necesidad de fomentar el consumo de información de ocio, cultura e historia. Así mismo, generar una identidad que beneficie a los moradores y a su vez cuidar el sector es primordial, a de más de integrar su historia en el subconsciente de la comunidad mantiene vivos los recuerdos que marcaron y construyeron simbólicamente la actual Tola-San Blas. La riqueza cultural del barrio es inmensurable, sin embargo, cada vez se va degradando más. Incentivar a las nuevas generaciones es esencial al momento exponer memorias, historia y cultura, ya que este esto genera mayor interés en las mismas. Este barrio tradicional quiteño es un lugar lleno de riqueza cultural, de tradiciones, costumbres y personajes totalmente únicos y característicos.
Una costumbre característica de la zona es el vuelo de las cometas en épocas de agosto y septiembre en el barrio y sus cercanías, no obstante, esta práctica que antes era habitual ahora se la realiza vagamente. Mediante los recuerdos es posible materializar y mostrar al público elementos que el subconsciente contiene, para de esta manera tener la posibilidad de rescatar imágenes de la representación de épocas anteriores, que son reinterpretadas por el artista y el espectador en este caso los moradores del barrio. Con las nuevas generaciones las memorias y los saberes se están olvidando, las nuevas condiciones a las que los individuos se enfrentan intervienen en esta pérdida.
Es evidente entonces, la necesidad de integrar memorias que conforman los imaginarios de las personas del barrio quiteño. El juego de volar cometas es una de las clásicas tradiciones en La Tola-San Blas, lamentablemente tanto este juego como otras actividades y conocimientos propios del barrio, se han ido olvidando en el transcurso de los años. El objetivo del proyecto entonces, fue buscar estos símbolos de identidad en el barrio y sus calles, y así a través del performance revivir y evidenciar las tradiciones, narrativas e historias de este lugar y de sus moradores. Las cometas tienen una carga simbólica muy fuerte, más aún cuando ellas vienen acompañadas de memorias que fueron otorgadas por los mismos moradores del barrio, esta actividad rememora las épocas de primavera cuando el cielo del Itchimbía se adornaba de papel y color.
Por otra parte, el proyecto “parece ayer” justamente nace como la idea de la resignificación de la vida cotidiana de las y los vecinos de la Tola mediante su álbum fotográfico, un elemento de distintas cargas simbólicas, dentro de lo íntimo y lo afectivo. En primera instancia se realizaron primeros sondeos poblacionales en el sector, los primeros acercamientos dieron la apertura a la sociabilización de la propuesta con diferentes espectadores y por consiguiente con diversos niveles de aceptación. A medida que se daban los diferentes encuentros con los vecinos la propuesta se iba modificando, resulto un proceso algo complejo el establecer cercanía y generar confianza con cada vecino, ya que el álbum familiar es un objeto muy preciado y llegar a él precisa de paciencia y cautela. Al momento que pudimos acceder a los diferentes álbumes familiares de cada vecino nos percatamos que cada fotografía venia acompañada del relato hablado de su dueño, es ahí en ese momento que se interviene por medio del registro de video un elemento de gran aporte a la propuesta ya que cada participante visualizaba una perspectiva diferente su vida entorno al barrio. En algunos casos la propuesta también se adaptó a los nuevos formatos en los cuales circula la imagen, dados los nuevos espacios de circulación, tales como redes sociales, es interesante como el álbum de fotos físico convencional ha pasado a ser el feed de Instagram o el muro de Facebook, todas estas nuevas anotaciones fueron sumándose a la resolución y posterior presentación de la propuesta final. Pudimos entender distintas lógicas entre los negocios de cada familia, su procedencia, trayectoria y años de permanencia en el sitio, se boceto un mapeo de este grupo de vecinos y vecinas que nos permitió establecer un espectro más amplio de los personajes del barrio, dejando al descubierto lazos de memoria entre la vecindad. En las semanas en las que se desarrolló el proyecto fuimos al barrio al menos dos veces por semana, en todo ese tiempo el equipo de trabajo cubrió los distintos registros como el fotográfico y de video.
Una de las primeras entrevistas se la realizó al vecino Rodrigo Sánchez, el cual nos habló de su negocio de enmarcación, de su vida y anécdotas del barrio, además de mostrarnos su colección de fotos olvidadas por varios clientes, entre las cuales había fotos del mismo barrio, la mayoría tendrán más de 50 años. La vecina Blanca Quigatuña, nos relató su trabajo como vendedora de comida en el colegio “Don Bosco”, la vecina Adriana Pérez se limitó a describir la historia de su casa y del barrio, de igual forma al vecino Mauro Izurieta, él nos habló sobre su familia e igual nos colaboró con fotos de la misma. En los días siguientes se realizó la misma dinámica con los y las vecinas, Paulina Iza, Raúl Rojas, Silverio Pérez, Jorge Pinto, Paul Acero, Javier García, Dayana Inasunta, Carlos Fuentes, María Miles, Eduardo Rojas y Rodrigo Calderón, en total fueron 15 los y las vecinas que participaron directamente. En todo este proceso de recolección de fotografías y entrevistas cada persona hacia énfasis en lo más preciado, para algunas personas se trataba de objetos, personas, un momento determinado cada caso era distinto y lo reflejaban mediante su relato y las fotografías que seleccionaban.